Luego de ver la película "redes sociales", una forma caleta de barajar el nombre Facebook, me puse a pensar en lo útil que es y cómo ha solucionado muchos problemas. Inmediatamente se me vino a la mente lo fácil que es hoy en día encontrar a la persona que te gusta, ver sus fotos, amistades e intereses. Es así que me puse a pensar ¿ cómo hacíamos antes?
Yo vengo de un colegio de mujeres, razón por la cual cuando les comenté a mis amigos hombres cómo accedíamos a información y fotos de ellos no lo podían creer. Habían dos métodos únicos e útiles: los slams y anuarios
1. El slam: Se trataba de un cuaderno forrado normalemnte de papel periódico o recortes de revistas para darle un look más chévere y personalizado. En cada página el encabezado era una pregunta seguida por varios guiones numerados para que cada uno responda a la misma. Por ejemplo:
Pag 1: ¿ Cómo te llamas?
1. Fulano
2. Mengano
3. Equiz
Pag 2: ¿Has fumado?
1. sí, una vez
2. no
3. no
Pag 3: ¿Quién te gusta?
1.
2.
3.
Pag 4: Une parejas
1. Mengana con Fulano
2. Mengana con Fulano
3. Sultano y Fulana
Una vez elaborado el slam, las mujeres lo llenaban primero (lógico porque ellas lo creaban). Después se les enviaba a los hombres para que también lo llenaran y así conocer sus gustos,correspondencia, intereses y sobre todas las cosas, conocer "por quién se morían". Lo curioso es que siempre las profesoras lo decomisaban como si tuvieran algo de malo.
2. Los anuarios: En ese tiempo (entre el 2000 e inicios del 2004 aprox) nadie contaba con redes sociales. Entonces, ¿cómo uno podía acceder a la foto de la persona que le gustaba? Respuesta: Consiguiendo el anuario de los principales colegios productores de "cueros": Santa María y Markham (no se si así se escribe). Es así que quien tenía un hermano, amigos o parientes en esos colegios y podían acceder a los mismos se convertían en autoridad y los recreos servían para revisar foto por foto. Sobre todo las de los de quinto de media las cuales incluían una breve descripción sobre el alumno escrito por sus compañeros de clase. Así podías determinar que tan pavo o chévere era la persona. Los anuarios no sólo servían para inmortalizar la imagen de quien te gustaba sacandole una fotocopia en blanco y negro y ponerla en tu billetera de imitación de cuero marrón comprada en una librería, sino también para conocer con quiénes paraba para ver si por ahí en algún momento por alguna conexión o amigo en común habría la posibilidad de conocerlo.